Polinización
Los nogales son teóricamente autofértiles, y cada árbol suele tener órganos reproductores masculinos y femeninos.
En la práctica, la mejor solución para asegurar una buena polinización es mezclar variedades. Los árboles semilleros que crecen junto a la plantación, a una distancia de hasta 1,5 km, también pueden influir en la polinización del cultivo principal.
En las plantaciones intensivas no es necesario dedicar más de un 5% del número total de árboles a los polinizadores, pero estos tipos deben plantarse en filas a barlovento para que su polen se distribuya uniformemente por toda la plantación con el viento dominante.
Protandria y protogenia
El macho está representado por el catkin, que comienza su vida como un diminuto y discreto semental en forma de cono. Este rasgo se forma en una estación y se mantiene durante el invierno sin desarrollar todo su potencial. A finales de la primavera siguiente, este espárrago empieza a agrandarse y alargarse, llegando a colgar de 5 a 10 cm. Durante otras dos o tres semanas, el catkin madura y se abre, y meciéndose suavemente con la brisa empieza a distribuir el polen que se desplaza a favor del viento.
El polen no parece ser de gran interés para las abejas, pero los encuentros casuales con insectos pueden contribuir a aumentar la propagación efectiva del polen de un árbol a otro.
Las flores femeninas se depositan en los árboles más o menos al mismo tiempo que el polen. Las flores son pequeñas, con forma de ánfora, que se desarrollan en la madera de la nueva estación. Su color varía desde el verde oliva típico de la mayoría de los nogales, pasando por el rosa de los híbridos y el malva intenso de algunas especies asiáticas. Las flores femeninas pueden llevarse solas, en parejas, triples o incluso en racimos.
La secuencia habitual de floración es que los amentos masculinos maduren justo antes de que las flores femeninas se vuelvan receptivas. Si esta secuencia se produce durante un tiempo demasiado prolongado, los amentos habrán madurado y caído a tierra antes de que la flor femenina esté lista.
Esto se denomina protandria, y las variedades que presentan este patrón de floración se denominan“protándricas“. Si ocurre al revés, lo que es menos frecuente, la variedad se califica de “protógena“.
Si la floración de las flores masculinas y femeninas coincide, entonces la variedad tiene potencial para ser autofértil. Sin embargo, hay que tener en cuenta que incluso en las variedades en las que el momento de las flores parece estar perfectamente sincronizado, puede que no haya una autofecundidad completa.